["RUMBO FIJADO": colaboración en krakens y sirenas el 29 de Junio de 2016]
El sol calienta, casi quema la piel que
ya muestro y claro, como todos, echo de menos lo que no tengo. Ahora me
gustaría que anduviera lloviendo, con el sonido de las gotas golpeando
la ventana. Sí, la usaría como excusa para esta tristeza que se me ha
agarrado al corazón. No hay nada roto, sólo ha sufrido arañazos pero
este cambio de rumbo ha sido forzado, así que le he pedido tiempo y me
lo ha dado; ninguno de los dos esperaba que yo me fuera a sentir así,
sobre todo yo. ¡Con lo que había meditado la situación y sus posibles
consecuencias!
Aquella primera vez en el motel, eso
recuerdo ahora… ¡Si lo hubiéramos dejado ahí! Pero él, una vez abierta
la puerta, quería más. Fue excitante, diferente; encontré en aquel motel
a un hombre al que no conocía, que me hizo mirar a una parte de mí que
no reconocía tampoco. A pesar de que yo había hablado de reglas, ciertas
normas para fluir ambos en la misma dirección, una vez allí, ninguno de
los dos las cumplimos. El sexo pasó a ser salvaje, usábamos las miradas
de amor y deseo, tan reconocibles entre nosotros, como preliminares
para embestirnos a continuación como si jamás hubiésemos follado juntos.
Hasta esa noche nunca había desconectado tanto de la que suelo ser; me
olvidé de quién he sido o cómo suelo ser. Y me gustó.