viernes, 14 de febrero de 2014

Nos reconocimos II

(AQUÍ CONTINÚA Nos Reconocimos I )

Una vez en el taxi, sin importarnos estar empapados, volvimos a enredarnos en besos y abrazos. Todo fluyó y al llegar a su casa, mojados como estábamos, me ofreció una toalla primero y luego una copa, para entrar en calor, me dijo. El sofá era grande y parecía cómodo pero no me atreví a sentarme con la ropa empapada, pero debió darse cuenta de esa mirada de reojo al mueble porque, con esa sonrisa que me ganó desde el primer instante en que apareció, se acercó y me besó con tiento.

-  Creo que a los dos nos vendría bien una ducha caliente.

Le miré sin saber muy bien si acababa de insinuarse pero me quedé allí, inmóvil. Salió del salón, sin reclamarme y escuché de fondo el sonido del agua así que aproveché para acercarme al equipo de música y lo puse en funcionamiento sin ni siquiera mirar qué había puesto. Frank Sinatra me envolvió y me dediqué a mirar más en detalle la decoración. Observé con deleite el cuadro grande que decoraba la pared sobre el sofá y que llamó mi atención desde que entré. Era un desnudo femenino donde la mujer se mostraba de perfil, sentada sobre sus talones y agachada, en posición de recoger algo, dejando sus pechos asomarse al precipicio que se extiende bajo ellos. La cabeza estaba ladeada hacia el que mira, con sonrisa cómplice y mirada traviesa. Así, embelesada, me halló él cuando apareció. Se situó a mi espalda, cerquita y me susurró al oído.

lunes, 10 de febrero de 2014

Nos reconocimos I

Nos reconocimos. En el tren, con una libreta y un bolígrafo, escribiendo a la vieja usanza y el interés se disparó, la curiosidad hizo acto de presencia y hasta su postura corporal cambió. Timidez. ¿Cómo comenzar a conversar? Esa corriente de energía ya se había generado y ahora la duda era qué colocar en ella: qué palabras; en qué momento; cómo gestionar las sonrisas.

- Perdona, ¿escribes un artículo?

Así de escueto, educado y directo comenzó a conversar. Simplicidad en estado puro. ¿Cómo no contestar a eso si además venía acompañado de una bonita sonrisa?
Apenas unos minutos de conversación pero da tiempo a reconocerse, a saber que podrías estar horas hablando. Pero hay gente alrededor y a pesar de intercambiar información no muy reseñable, sentí que el espacio estaba invadido. Esa burbuja donde dejar fluir confidencias y experiencias más personales no era posible. Estábamos en un tren; mesa de cuatro, espacio compartido.
Aún no sabía en ese momento sobre lo que escribía. Si supiera que mientras me ha observado y se ha decidido a hablarme yo estaba inmersa en una escena de sexo que me tenía transportada a otro instante, mucho más íntimo, donde ninguno de los presentes alcanzaba a estar excepto yo.