(AQUÍ CONTINÚA Cena Casera II )
Miro la música que hay más a mano entre los CDs y veo a Sade, mi adorada Sade, y cambio la música, casi pidiendo disculpas al tal Andrés Suarez, que suena muy bien, por cierto. Parece que su idea de darme de cenar iba más allá de preparar comida y, la verdad, mi sexo le está mostrando a mis bragas lo contento que está por ello. Dejo que la música de Sade me relaje; parada, de pie, con los ojos cerrados y dejando mi cuerpo balancearse apenas, como un junco con la brisa.
Miro la música que hay más a mano entre los CDs y veo a Sade, mi adorada Sade, y cambio la música, casi pidiendo disculpas al tal Andrés Suarez, que suena muy bien, por cierto. Parece que su idea de darme de cenar iba más allá de preparar comida y, la verdad, mi sexo le está mostrando a mis bragas lo contento que está por ello. Dejo que la música de Sade me relaje; parada, de pie, con los ojos cerrados y dejando mi cuerpo balancearse apenas, como un junco con la brisa.
Doy un pequeño respingo al
sentir las manos en mis caderas y su cuerpo pegado, moviéndose al compás. Sus
pies descalzos le han permitido venir sin anunciarse. Sé que si alargo un poco
mis manos hacia atrás tocaré sus muslos, desnudos, pero me concentro en
sentirle mientras somos uno en el movimiento. Sus manos se mueven, me acarician
el vientre y suben, audaces, en busca de esos montes que esperan con ansia ser
alcanzados. Muevo un poco mis caderas, dejando que sienta mi trasero. Se pega
más a mí. La boca se abre paso hasta llegar a mi cuello, aún entre el cabello,
y su aliento caliente me roza. Aparto a un lado el cabello y su lengua, entre
los labios, me recorre desde el hombro hasta detrás de la oreja. Amasa mis
pechos por encima de la ropa.
- Como me dejes seguir tocándote se me va a pasar la
pasta – me susurra al oído.
-¿Como te deje?... Cabrón, me encanta que me toques y me
has puesto cachonda con el modelito.
- Umm…entonces objetivo cumplido. Pero, nunca me habías
dicho cabrón –dice aún flojito, mientras aprieta entre sus dedos los pezones.
- Y tú nunca me habías tocado así.
Y se olvida de la pasta,
poniendo de nuevo su atención en mi cuello y sumergiendo sus manos en mi
escote. Sus dedos por fin se hunden bajo el sujetador acariciando mi piel. Se
me escapa un suspiro y él gruñe un poco, mordisqueando mi hombro. Se separa
apenas de mi cuerpo para subirme el vestido, pega la tela a la piel acariciando
despacio allí por donde pasa: muslos, caderas… Pero me ha entrado prisa, quiero
liberar mi piel, deshacerme del vestido.
- Shh… Déjame a mí – me susurra con los labios acariciando
el lóbulo de la oreja. Tiemblo.
Se quita el delantal y
ahora sí, siento su excitación presionando la tela que aún cubre mi culo. Baja
los tirantes, que se sujetan todavía en los hombros, y sus dedos se deslizan
despacio por la frontera entre mi piel y la tela. Abro las piernas un poco, mis labios reclaman atención, y al notarlo, hace a un lado las bragas y coloca allí su miembro duro. Gimo. Suspira. Me sujeta de la cintura y empuja, suavemente,
hasta que quedamos junto a la espalda del sofá. Sigo sintiéndolo llenarme la entrepierna, me noto empapada.
Mis caderas bailan buscando
el goce del sexo en los extremos del suyo. Me deja hacer, y siento las manos
en mi culo, agarrándolo, abriéndolo. Me apoyo en el respaldo del sofá con una
mano y con la otra presiono su polla contra mi humedad, mientras sigo mojándola
desde la punta hasta la base. Sus manos vuelven a mi pecho y, sin desabrochar aún
el sujetador, bajando la parte que aún lo cubre, libera los pezones, ávidos de
atención.
He llegado a ese punto en
que sólo soy consciente del placer y de mi piel...de la suya. Sus manos, mis
pechos. Mis labios hinchados, su dureza. Le aprieto más contra mí, dejando que la punta
acaricie la entrada pero manteniéndola a la distancia justa. No hace amago de
empujar, se deja hacer, y eso eleva mi excitación. Postpongo un poco más el momento
de sentirle dentro; tengo ganas, pero estoy disfrutando tanto mientras se desliza empalmado, desde mi
ano hasta sobrepasar el clítoris, que apenas puedo pensar. A mitad de camino la
empujo, apenas, y mis entrañas la acogen, parecen engullirla. Gemimos.
- Joder, cielo… - jadea, agarrando por fin mis caderas.
Me quedo quieta, le dejo
hacer.
Sale de mí, muy despacio,
como si el primer reconocimiento hubiera de ser concienzudo. Y entra. Y sale, manteniendo
de nuevo la punta en la entrada. Me está volviendo loca. Los jadeos suben de
tono y se mezclan con la música. No seguimos el ritmo, Marcos lleva el suyo y
mi pelvis se acompasa a él, con ese ritmo no ensayado de los cuerpos que hablan el
mismo idioma; ése que va creciendo hasta no dejar escuchar otro sonido que el
del golpeteo de las caderas batallando, y el de los jadeos convirtiéndose en
pequeños gritos de placer. Me estremezco al llegar al orgasmo y, a pesar de
estar apoyada contra el sofá, me sujeta, me abraza desde atrás y siento cómo,
al momento, también su cuerpo tiembla al descargarse. Me incorporo en un intento
de sentir mejor su abrazo, y estamos casi sin punto de apoyo, recostando apenas
el cuerpo en el del otro…
Silencio de cuerpos, mezclado con respiración fuerte y música de fondo. De momento, ése es el
entrante de la cena.
No hay nada mejor que unos buenos entrantes antes de cenar. Sobre todo si se te quema la cena. Y en este relato, aunque no lo digas, se ha evaporado toda el agua y se ha deshecho la pasta.
ResponderEliminarNo sé si termina aquí el relato. Podría hacerlo perfectamente y te habría quedado genial, pero algo me dice que esta pareja no tiene bastante con los entrantes ;-)
Los mejores entrantes, eso creo yo ;-D Ya veremos si esta pareja necesita más o no. ¡Gracias Juanjo!
EliminarPor Dios que alguien apague el fuego (el de la cocina) antes de que lleguen los bomberos y se monte la orgía !!!!
ResponderEliminarEstupenda serie, fresca, amena, excitante y estupendamente escrita.
Los copio en el pc y me anoto volver a leerlos en 2 meses, que mi mala memoria hará que para entonces me vuelvan a resultar frescos y sorprendentes.
Enhorabuena y gracias por escribirlos.
Sergio
Cuanto más lo leo más me gusta. Maravilloso Erica
ResponderEliminarUn entrante que parece ya el plato principal. Los hombres nos excitamos por los oídos, por la vista, por el sabor, por el olor y sobre todo por el tacto, por la manera de tocaros con nuestras yemas de los dedos. Logrando ese recorrido por vuestro cuerpo excitado. Y si aún está excitado en modo mayúsculo, para qué queremos más.
ResponderEliminarEnhorabuena por el relato, espero la siguiente parte del menú...
Un relato increíble... iré leyendo más :)
ResponderEliminarDa gusto como una chica como tu relata con tanto lujo de detalles una experiencia que pareces revivir y gozarla nuevamente.
ResponderEliminarPor ello te felicito.
Los relatos en su mayoría están repletos de situaciones poco creíbles, exageradas o incluso inventadas. Fruto de las fantasías de hombres y mujeres que usando las letras parecen creer sustituir el guión de una mala película porno.
Pero no es tu caso, por ello, gracias por compartir.
Saludos.
http://www.carlamila.es
La imaginación y fantasía forman parte siemrpe de mis relatos pero creo que el sexo forma parte de nuestra vida, y es sano, no hay que recurrir a lo que el porno nos ha vendido ;D
Eliminar¡Muchas gracias por leer y darme tu opinión!
No debes darme las gracias, si no al contrario. Quienes te leemos te lo agradecemos.
ResponderEliminarSolo te pedimos una cosa. Publica con un poquito más de asiduidad. Lo esperamos!
Carla MIla
Me ha encantado! Gracias Erica.
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